viernes, 22 de junio de 2012

LAS GAMBITAS DE HUELVA Y EL SENTIMIENTO ANDALUZ


Últimamente mientras volvía a casa desde el trabajo, he tenido la oportunidad de escuchar en algunas cadenas de radio, varios programas en los que se ensalzan los valores de los Andaluces. Podéis imaginar la cantidad de tópicos a nuestro favor que se dicen en el ratito que dura el programa. Cada vez llevan a un personaje conocido nacido en Andalucía, que habla de las virtudes de los habitantes de esta comunidad y al que le preguntan estupideces del tipo ¿Por qué somos diferentes los Andaluces?
La última vez, el entrevistado en cuestión, hablaba de la importancia de la identidad de los Andaluces ya que sin identidad común, no éramos nada individualmente según decía. No podíamos realizarnos como personas. Siempre que lo escucho, “sueño” que por un momento soy yo el personaje famoso al que están entrevistando en directo para poder expresarles lo que siento por ser andaluz. Sería mi minuto de gloria.

Los nacionalismos y regionalismos, origen de tanto mal en nuestros días y a lo largo de la historia de la humanidad, no sólo no son necesarios sino que son absurdos. Cada vez que me lo planteo me pongo un ejemplo sencillo que debería desanimar a cualquiera. Pienso en qué cosas tengo en común con mucha de la gente que me rodea de mi pais, ciudad o comunidad y llego a la conclusión de que no tengo nada en común por lo que luchar junto a muchos de ellos. Al contrario, tengo muchos motivos por las que me alejaría de ellos acercándome por mis ideas a gentes de otras naciones o lugares. Es por eso que a diferencia de lo que decía aquel contertulio, pienso que los nacionalismos y regionalismos son los que nos alienan, haciendo que dejemos de pensar por nosotros mismos para pensar como uno sólo.

Los localismos siendo parte de lo mismo, son mucho más graciosos, pues llevan al extremo la necesidad que tienen algunos individuos de sentirse diferentes del resto, aunque se estén convirtiendo con ello en iguales a todos los de su grupo. Las situaciones pueden derivar hasta el esperpento como le ocurrió a un viejo amigo. Él, cómo muchos otros por estas tierras, no se sentía nada identificado con Andalucía y el sentimiento Andaluz, acaparado y caricaturizado en gran medida por sevillanos en la televisión pública desde hace décadas... No. Él se sentía primero jiennense y después español. Un día alguien le preguntó en un viaje por el Norte de España que de dónde era y al contestarle que de Jaén, espetó “¡¡Ah, qué bien, Andaluz!”. Él en tono serio le corrigió: “No, Andaluz no. De Jaén”. Por supuesto, el chico no entendió nada y pensaría que tenía que repasar geografía.
En otra ocasión llegó a mis oídos la existencia de una plataforma (ahora partido político) por Andalucía Oriental. Excitado por haber encontrado algo que entusiasmaría a mi viejo amigo, se lo comenté la siguiente vez que lo vi. Cual fue mi sorpresa cuando al escuchar las 3 capitales que integraban el proyecto de Secesión, exclamó iracundo “¿¿¿¿Granada???? Ni hablar. La nueva comunidad autónoma la deberían formar Jaén, Almería y Murcia". No puedo parar de reír cuando pienso en Murcia...
Dejemos ya de copiar lo peor de los nacionalismos a los que tanto criticamos. Dejemos de inventarnos una identidad. Dejemos ya de sentirnos diferentes, especiales. “Spain is diferent”, el macho ibérico, la furia española.

Cuanto más especiales nos creemos, más estúpidos somos y más el ridículo hacemos.

Aún recuerdo de mi estancia en Sevilla, cuando aquel enfermero me narraba emocionado y orgulloso cómo para la final de la copa de la UEFA que disputó el Sevilla, los compartimentos del avión iban cargados de comida y cajas de cerveza Cruzcampo. "¿¿¿Os llevabais cerveza desde España a Eindhoven, Alemania???"  le pregunté incrédulo. Algo desconcertado por mi pregunta me contestó: “Mi arma, ¿acaso hay algo mejor que estar allí en una plasita de Eindhoven tomándote un botellín de Cruhcampo con unas gambitas de Huerva?"